SINOLVIDO
Aguardarte es dormir una siesta en diciembre
Sobre el asfalto en CalleVerso,
Donde las palabras circulan más allá de límites
Y el semáforo de los besos luce un ámbar sempiterno.
Mi espera,
Es cantar una nana a tus esperas,
Mientras se mece tu corazón de niña
Al abrigo de un sueño que no será el mío.
Sentirte es obviar que el tiempo nos abraza,
Que nos traiciona en cada olvido,
Sentirte es el café de las mañanas
Y el pijama desnudo de mis noches
Sin amargo insomnio.
Me adoctrinabas en huidas,
Me educabas en no poseer,
Nos decíamos que nos habían moldeado como al vidrio
Y que nuestras copas se bebían sin aniversarios,
Me mimabas sin lo clónico de las caricias,
Y tus silencios eran ese motivo de mareas impredecibles,
De agónicas miradas
Con tanto estrépito de tormenta
Rota a sus espaldas.
No me escuchabas,
El error, siempre fue el pasado,
Volver demasiado el rostro a nuestra espalda,
Hacernos dependientes de años traseros,
Te decía que mi historia moría
Y tú me contabas que sólo
Creías en reencarnaciones,
Siempre pensé que el recuerdo
Fue la compañía aseguradora
Que no nos hacía correr riesgos.
El preguntarte puede ser provocar una sonrisa
En mi siguiente respuesta,
Responderte siempre fue serle fiel al momento,
Porque quererte bien es pedirte cuando puedas dar,
Amarte no es tenerte a expensas de todo,
Respetarte, dejarte volar en torno a ti misma,
Quizá en sentido paralelo,
Sin descartar el encuentro,
Sin concebir de forma extrema la libertad
Haciéndola sinónimo del abandono.
Pero no seré el punto y final que cierre tu diario,
Posiblemente no encuentre la coma para tu alma escrita,
Se me agota el diccionario en las despedidas,
Y no soy académico de la lengua no lasciva,
Por eso princesa,
En este perfil de nuestra historia
No me pidas que mire de frente
Esperando comprenderte,
Sólo quiero que te comprendas,
Que te sientas a ti misma
Y recompongas el espejo
De las emociones sin riendas,
Aquél en que nos mirábamos alguna vez,
Quizá me siento en la necesidad de pedirte
Que, en el arribo de tus primaveras,
No te acostumbres demasiado a las espinas de las rosas.
Rafa Jurado